Fiesta emprendedora: más de 12.000 jóvenes colmaron el Movistar Arena para escuchar los consejos de Duki y de exitosos fundadores de empresas
Endeavor congregó a estudiantes de secundario para transmitir que se puede ser exitoso si uno tiene pasión por lo que hace y perseverancia; participaron, además del rapero, Guibert Englebienne (Globant), Mateo Salvatto (Asteroid), Maximo Cavazzani (Etermax) y Luz Borchardt (Henry), entre otros
No es fácil manejar un aula de colegio secundario, más específicamente de último año. Imaginen ahora 12.000 chicos y chicas de 17, 18 años, juntos, en un estadio, en un ciclo de charlas. Sin embargo, el evento que organizó la fundación Endeavor, la red que se dedica a conectar y potenciar emprendedores en la Argentina, en el Movistar Arena, logró el objetivo. Más allá de las obvias distracciones que se podían generar -gritos, silbidos, aplausos, chistes, en fin, clima de viaje a Bariloche- la marea de jóvenes de colegios públicos y privados de Buenos Aires, que agotó la capacidad del lugar y que, desde la platea, se veía formada como por diferentes manchas de colores, por los distintos buzos de egresados, se quedó con el mensaje principal: se puede emprender desde la Argentina, se puede ser exitoso si uno tiene pasión por lo que hace y perseverancia. Claro que la entrevista de cierre al exitosísimo rapero argentino Duki también ayudó.
La conferencia empezó a las 9.30 de la mañana y siguió sin interrupciones hasta las 12.30, de la mano de Gregorio Rossello, actor y conductor, conocido en internet por su ciclo de entrevistas “Ferné con Grego”, que ofició de maestro de ceremonias. El primer emprendedor que introdujo fue Guibert Englebienne, presidente de Endeavor y uno de los cofundadores de Globant, el unicornio argentino que desarrolla soluciones de software y trabaja con algunas de las más grandes firmas del planeta -cuando Englebienne mencionó el trabajo que la empresa hace para el videojuego FIFA, el público estalló como lo haría después con Duki-.
Englebienne habló de su infancia y adolescencia en Mar del Plata, y de las dos cosas que, según dijo, le marcaron la vida desde chico: el buceo y los documentales sobre la vida marina, y la programación. Esos dos intereses vinieron de la mano de dos regalos de sus padres, un barrenador y una computadora. Para Englebienne, la clave de su desarrollo profesional vino de ahí. El buceo lo hizo obsesionarse con los mundos por explorar, por ir donde nadie había ido antes. Y la computación lo desafió a resolver problemas, a tener que entender procesos y mecanismos para poder sacarle “todo el jugo” al regalo que le habían hecho.
“Un emprendedor para mí es eso. Es alguien que quiere ir donde todavía nadie fue, alguien que dice vamos para allá, la vida puede estar mejor por ahí. En el siglo XXI, los emprendedores cumplen la función social que antes cumplían los exploradores, que armaban un equipo, juntaban fondos y se mandaban a un territorio nuevo”, dijo. “Cualquier pasión que ustedes tengan puede llevarlos a hacer algo distinto, a un lugar distinto”, arengó.
Después fue el turno de Mateo Salvatto, de 25 años, creador de la app Háblalo y fundador de Asteroid Technologies. La app asiste a más de 350.000 personas con dificultades en el habla de forma gratuita, y además trabaja con organizaciones internacionales para ofrecer experiencias inclusivas. El mensaje de Salvatto fue el de intentar cambiar la percepción que se tiene de la Argentina.
“¿A cuántos de ustedes les dijeron que este país no funciona y se tienen que ir si quieren una vida mejor?”, preguntó al auditorio. “Nosotros, los argentinos, inflamos lo malo del país, y también le quitamos mérito a lo bueno, y esto no ayuda”, dijo el joven emprendedor. Luego enumeró una serie de logros argentinos, como los cinco premios Nobel, o las 11 empresas argentinas consideradas unicornios -firmas valuadas en más de US$1000 millones-. “Somos el país de Latinoamérica con más cantidad de unicornios por habitante, y eso que competimos contra economías mucho más grandes, como la de Brasil o la de México”, dijo Salvatto.
“Tenemos que redefinir las cosas, cambiar la narrativa. Nosotros con Háblalo, desde Almagro, estamos redefiniendo estándares globales de accesibilidad, de manera gratuita. Y cualquiera de ustedes, desde acá, puede crear cosas zarpadas que cambien el mundo”, dijo, y propuso: “Cambiemos la frase ‘un país de mierda’ por la de ‘mierda, que país’ (sic)”.
Entre las charlas, las empresas Google Argentina y Digital House aprovecharon para contar a los jóvenes las oportunidades que ofrecen en materia de cursos cortos y flexibles orientados a la industria tecnológica. Y destacaron que todavía en la Argentina hay necesidad de perfiles especializados en tecnología. El sector no llega a cubrir todas las vacantes que necesita.
Luego hablaron Máximo Cavazzani, fundador de Etermax y desarrollador de videojuegos -dentro de los que se destaca Preguntados, la aplicación más descargada en el mundo occidental en 2015-, y Luz Borchardt, cofundadora de Henry, una academia de tecnología que ofrece cursos sin costo inicial -se pagan una vez que se consigue trabajo-.
Cavazzani hizo hincapié en entender que, en general, las personas hablan de sus éxitos, pero no de las veces que fracasaron. “La clave es entender eso y ver qué preguntas podés hacerte y hacerle al proyecto para identificar en qué se falló y cambiarlo”, dijo.
Por su parte, Borchardt sumó la importancia de “elegir creer”: “Nosotros elegimos creer en nosotros y nuestro proyecto, y más allá de los portazos que nos daban al principio, al final perseveramos”.
Los consejos de Duki
Y finalmente llegó el turno de Mauro Lombardo, también conocido como Duki, también conocido como El Duko, entrevistado por Julio Leiva. “Ustedes tiene 18 años y seguro piensan como yo pensaba a esa edad”, dijo Duki, de 27 años: “Pueden pensar qué hago en el colegio, el colegio es una mierda; la chica que me gusta no gusta de mí; mis amigos no sé si son mis amigos, no nos gustan las mismas cosas; la gente es cruel, es una sociedad cruel y todo es una mierda; pero si encuentran algo que los movilice, y en mi caso fue la música, el arte, van a tener algo por qué levantarse todos los días, algo que los motive, y ahí cambia todo. Las cosas empiezan a tener sentido. Y con eso, a partir de ahí, podés construir una vida”.
Duki contó que, cuando identificó que la música era lo suyo, empezó a pensar de qué manera podía encajar lo que a él le gustaba con lo que podía darle plata. “Ahí empecé con lo de las batallas [de rap]. A mí me gustaba hacer música, pero ganando un torneo de batallas pude hacer mi primera grabación, que llegó al millón de escuchas en poco tiempo, y así arranqué”, contó.
Después, consultado sobre la importancia del estudio, dijo: “Lo más increíble del ser humano es la capacidad de evolucionar. Vos podés nacer en el campo y trabajar ahí, que está bien, pero no es necesario que te quedes con eso. Te podés bajar un tutorial, podés aprender algo que te guste, piano, inglés, lo que sea. Conzoco chicos del barrio, de Almagro, que a mi edad ya hicieron un montón de cosas, estudiaron online y ahora son traders, por ejemplo, y viven piola. Es un ejemplo medio polémico justo, pero es lo mismo con otros trabajos”.
Y continuó: “Lo importante también es no pensar en el largo plazo, en el sentido de pensar que te tenés que casar con una cosa y toda tu vida hacer eso, es mentira eso. Podés ser abogado ahora, pero después a los 30 ponerte un local de ropa, y después vender teléfonos y después comprarte una casa e irte a vivir a Jujuy como un hippie, si eso es lo que te pinta. Lo importante es aprender, cambiar, evolucionar”.
Y para el cierre dejó un mensaje: “No les crean a los famosos de las redes. Ellos tienen los mismos problemas que ustedes, tienen bajones igual que todo el mundo, pero no los muestran, muestran otra cosa que te quieren vender. En realidad es solo eso, alguien que te quiere vender algo para ganar plata. La plata mueve al mundo, pero no le da sentido ni felicidad. Lo que te va a dar sentido es que sigas lo que te movilice. No quieran copiar la vida de un tipo de redes sociales, no sirve de nada. Con las redes lo que termina pasando es eso, que estamos muy pendientes de la vida de los otros. Dejen de querer vivir las vidas de los otros. Sean ustedes”.